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Gijón, 23 de julio de 2024

"Las actuaciones de Tino Casal todavía tienen un impacto enorme"

El profesor Fernán del Val dirige en UNED Asturias un curso en el que se aborda la obra "caleidoscópica y vanguardista" del creador asturiano
Fernán del Val

Fernán del Val.

Fernán del Val, profesor de Sociología de la UNED y especialista en las relaciones entre la sociología y la música popular, dirige en UNED Asturias el curso de verano “En torno a Tino Casal: música, imagen y artes plásticas”, en el que una decena de ponentes se detienen en el legado de José Celestino Casal Álvarez (Tudela Veguín, 1950-Madrid, 1991), un artista que, en palabras del director del curso, “escapa a encasillamientos”. Así, Casal “fue pionero del rock, participó de la canción melódica, colaboró por igual con “rockeros” y “modernos”, y dinamizó la estética española”, explica Del Val. El investigador conoce bien cómo profundizar en la música popular desde una perspectiva amplia, en diálogo con la sociología. En su tesis doctoral analizó las culturas juveniles de los años ochenta, el pop-rock, la movida, el heavy metal, que son “elementos de estudio sociológico muy importantes”. Fernán del Val entiende que “la música está atravesada por múltiples elementos: no solo la música propiamente dicha, sino también las letras, el baile, los cuerpos, el género, las clases sociales, la industria, la tecnología”. “Me resulta fascinante que se puedan analizar tantos aspectos del hecho musical”, señala.

¿Qué hace que la figura de Tino Casal siga teniendo tanto interés hoy en día e interesando a las nuevas generaciones?

En primer lugar, está la cuestión de la identidad de género. No encaja ni en las escenas de la época ni en los estereotipos de género o sexo de la época. Es un tipo que se escapa a cualquier clasificación. Eso genera interés, porque sigue siendo algo divergente. Y, por otro lado, está el hecho de que Tino Casal tuvo un impacto muy fuerte en los años ochenta y noventa, falleció, ha habido reivindicaciones, sobre todo Rodrigo Cuevas hace unos años, y cuando las generaciones nuevas acuden al archivo y descubren su performance, sigue impactando mucho. Su música es muy atemporal, el disco Neocasal (1981) creo que tiene una vigencia todavía en su producción... Hay muchos elementos para seguir reivindicando su obra.

En el curso se transmite una visión amplia de su obra, más allá incluso de su faceta de cantante.

Sí, porque está toda la parte de productor de Obús y de otros artistas. Está esa dimensión de artista plástico, de pintor, que es poco conocida, aunque los fans de Casal la conocen. Tenía una creatividad desbordante. Y luego está la dimensión del traje: él se customizaba su ropa, sus estéticas, les cortaba el pelo a sus músicos... Era un creador en un sentido muy amplio de la palabra.

¿Cómo nos ayuda a entender a Tino Casal el hecho de saber que procedía de una pequeña localidad asturiana en una España muy distinta a la actual?

Precisamente que viniera de un contexto rural pudo ser un acicate ―es un comentario que me ha hecho algún compañero―. Pensamos muchas veces que la modernidad, la vanguardia, lo rompedor, viene de los núcleos urbanos, que es ahí donde se concentra el conocimiento, pero alguien me decía que precisamente el que está en los espacios pequeños tiene más ansia de conocer que el que lo tiene más a mano.

Y el éxito le llega con unos 30 años...

En la Movida se da una curiosa alianza entre gente un poco más mayor y gente un poco más joven. Es verdad que con la movida se abren muchos caminos, como ha explicado la ponente Sara Arenillas. Se abren muchos espacios para transitar. Y generaciones anteriores que habían visto su discurso muy cortado, ya fuese por la identidad de género, ya por su discurso musical o por las cuestiones políticas, de repente encuentran un espacio mucho más abierto, como ocurrió con Almodóvar. Quizá por eso Tino Casal encontró un espacio más cómodo para desarrollar su discurso como músico.

Cuando hoy en día volvemos a escuchar a Tino Casal, ¿qué cree que permanece más fresco, más actual?

Creo que sus performances, sus actuaciones en directo, en televisión... Verle actuar tiene un impacto todavía enorme, por su estética, por cómo modulaba su voz, como ha explicado Sara Arenillas, el falsete... Y la estética, que yo reduzco a la mezcla de la barba con las lentejuelas, que resulta masculino y al mismo tiempo se apropia de vestimentas clásicas de lo femenino.

Hemos tenido además la oportunidad de escuchar a la hermana del artista. ¿Qué podrías destacar de su intervención?

He visto que Tino Casal ha marcado mucho a su familia. Es lo que me quedó claro. Y ella lo manifestó así en su discurso. Casal, dentro de su familia, fue una figura muy rompedora. Y luego me he encontrado, tanto en su hermana como en su sobrino, y en general en las personas que están alrededor de este curso, un enorme cariño hacia Tino Casal. Todas las personas a las que me he dirigido para que fueran ponentes, los medios de comunicación que me están contactando, los colegas con los que hablo... Todos tienen admiración por Tino Casal. Hay un consenso de cariño enorme.

¿Para entender la sociedad de un determinado momento hay que tener en cuenta la música que se escuchaba?

Claro. En Sociología se ha tendido a pensar mucho en la música como un reflejo de la sociedad, separando el arte de la sociedad, como si la sociedad se reflejara en el arte. Pero yo creo que la música es parte de la sociedad y ayuda a construir la realidad en la que vivimos. Desde ese punto de vista, la música forma parte de nuestro día a día, desde que nos levantamos. Mi hija pequeña ya ha aprendido que lo primero que hace al levantarse por la mañana es señalarme el altavoz, porque lo que quiere es escuchar música. Hay una dimensión biológica, histórica, de nuestros cuerpos, el ritmo lo llevamos incorporado...

En ese sentido, uno de los temas en los que ha profundizado en sus estudios es el de las culturas juveniles que se desarrollan en España en los años setenta y ochenta.

Los años setenta y ochenta fueron una explosión de las culturas juveniles. Por un lado, porque es en los años setenta y ochenta cuando los hijos del baby boom español llegan a la adolescencia o la juventud, y ahí tenemos un colectivo juvenil enorme, el más grande que ha habido en la historia demográfica de España. Al mismo tiempo, se consolida la sociedad de consumo y explotan las culturas juveniles (tribus urbanas, subculturas), el rock urbano, que se consolida en un estereotipo muy claro, muy de chico de barrio con las chupas vaqueras, el pelo largo... Y la diversificación entre punk, mods, la new wave, los new romantics... La música tenía mucha fuerza para generar identidades grupales.  

¿Nos puedes adelantar cuál será tu próxima investigación?

Pues voy a realizar ahora una estancia en Argentina en la que trabajaré, desde una perspectiva comparativa, el rock en dictaduras: en España y en Argentina. Es decir, el desarrollo del rock en contextos dictatoriales.

Pablo Núñez

UNED Asturias. Gijón