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Gijón, 17 de julio de 2024

“La tecnología puede ser un complemento motivador y enriquecedor en la Educación Infantil”

José Quintanal, profesor titular de la UNED, ha dirigido el curso de verano “La nueva Educación Infantil”, en el que se han abordado algunos de los principales retos que los maestros afrontan hoy en día en las aulas
José Quintanal

José Quintanal

José Quintanal Díaz, profesor titular de la Facultad de Educación de la UNED, trabajó en la escuela durante 20 años, tanto en los primeros ciclos educativos como en Educación Secundaria. Y, como no le gustaba la enseñanza tradicional y quería buscar algo distinto, completó su formación con la carrera de Pedagogía y se doctoró con una tesis sobre la enseñanza de la lectura, en la que desarrolló un nuevo sistema de enseñanza. Mientras preparaba su investigación doctoral, estaba muy atento a los movimientos que tenían lugar en Argentina, Canadá o Irlanda, y los seguía de cerca en los congresos internacionales a los que acudía. Una vez doctorado, Quintanal inició su carrera docente en la UNED, donde es profesor titular de la Facultad de Educación y coordina la asignatura de Lectoescritura, precisamente el tema de su tesis. Del 15 al 17 de julio, el profesor ha dirigido en UNED Asturias el curso de verano “La nueva Educación Infantil”. “Tengo clarísimo lo que es y lo que tiene que ser la educación hoy en día, y lucho por ello”, afirma.

¿Hacia dónde tiene que ir la educación hoy en día?

Hacia donde nosotros queramos que vaya. Hay una realidad que no podemos ocultar, y es el devenir que está teniendo la sociedad. La sociedad tiene una evolución, que no podemos cambiar, porque, a final de cuentas, los niños que nosotros tenemos hoy en la escuela son los que van a asumir esa sociedad en el futuro. Entonces, la tienen que conocer irremediablemente. Pongo un ejemplo: no concebimos un niño que dentro de veinte años no conozca el ChatGPT. Un niño de cinco años es imposible que lo conozca, pero cuando sea el alcalde de mi pueblo, o el director de mi empresa o el comerciante que me va a facilitar lo que sea, dentro de veinte o treinta años, lo lógico es que lo conozca. Ese es el devenir que tiene la sociedad, y la escuela no puede darle la espalda. Al contrario.

¿Qué otros ejemplos podríamos tener presentes?

Cada vez la naturaleza está teniendo una importancia más grande en nuestra sociedad. Hablamos del cambio climático, de la sociedad global, de la realidad de nuestro entorno natural, de insertar a los jóvenes en ese medio... Eso hay que empezar a hacerlo desde pequeñitos, desde la Escuela Infantil. Por ejemplo, vamos a hablar de la metodología del bosque escuela, de la escuela viva, de la escuela libre... Y el gran boom que tenemos en este momento de la Montessori.

Usted observa dos retos en la escuela actual: uno centrado en lo global y otro en lo individual.

No podemos hablar de la escuela infantil como un reducto, sino en términos globales y generales. Los niños tienen la necesidad de abrirse globalmente, y la escuela puede hacerlo. En las aulas de educación infantil se puede proyectar en una pantalla lo que el maestro quiera. Por ejemplo, si estamos hablando de las ballenas, darle al botón para que el niño vea las ballenas no cuesta nada, ni en el pueblo donde hay 25 vecinos ni en el barrio donde hay 25.000 habitantes. Internet, en ese sentido, globaliza. Una segunda realidad que no podemos ignorar es la personalización, la individualización, que cada sujeto tiene sus necesidades y tiene su entorno. Y hay que lograr que el niño vea con naturalidad los distintos tipos de familia, que no tienen por qué ser la familia tradicional.

¿Qué papel juegan los abuelos ante esta realidad?

Vemos cómo los abuelos están asumiendo la educación de los nietos. No hay más que ir a la puerta de un colegio infantil para ver la media de edad de las personas que están esperando por los pequeños. Porque el trabajo nos condiciona, y los padres no pueden ir a buscarlos a las doce del mediodía. Los abuelos lo hacen encantados, convirtiéndose en agentes educadores. Y los tendríamos que introducir de algún modo en el aula. De hecho, actúan como unos dinamizadores de la lectura buenísimos, porque son contadores natos de historias.

¿Y cómo se puede introducir la figura de los abuelos en el aula?

Tan sencillo como invitarles a que vengan a contar un cuento. Lo hacen encantados, lo hacen de maravilla, y los nietos llegan a casa y les pide que se lo cuenten a ellos otra vez. Esas oportunidades hay que aprovecharlas.

¿Y qué papel está jugando la tecnología?

Vete a cualquier restaurante y verás a un niño de tres años con un móvil delante que no está molestando a nadie. Pero, además, está interactuando, está moviendo con el dedo todo lo que hay allí. No es pasivo. No le ponen una película, y se queda tan tranquilo. Ellos manejan esa tecnología. Y además los padres lo incentivan porque les dejan tranquilos.

Bien manejada, ¿puede ser una tecnología positiva?

Yo soy positivo con la tecnología, bien utilizada. No se trata de sustituir con la tecnología lo que tiene que ser la educación básica, fundamental, sino verlo como un complemento motivador y enriquecedor.

¿Qué nos puede decir de la signación, que es el tema que va a abordar en una de sus intervenciones en el curso?

Pues cuando una de mis nietas tenía unos nueve meses, vi cómo le pedía más papilla a su madre por signos. Todavía no tenía lenguaje y sabía comunicarse. Eso me llevó a profundizar en el tema y vi que hay todo un movimiento, sobre todo en Estados Unidos, para que los bebés puedan entrar en comunicación a través de pequeños signos para pedir agua, el biberón, etc. De este modo, unos seres que estaban al margen de la sociedad, solo para hacer lo que nosotros les decimos, que la única comunicación que tenían con su entorno era reír o llorar, de repente aprenden a comunicarse. Eso significa introducirles en la sociedad: ya tienen algo que decir (quiero agua, quiero leche...).

Al inicio de la entrevista mencionó la metodología Montessori. ¿Cuál es su opinión al respecto?

Mi opinión es muy buena. Para mí ha sido una revolución. Maria Montessori (1870-1952) consiguió una pedagogía muy intensa: que los niños fueran protagonistas de su educación, viviéndola en primera persona. Por ejemplo, si, en lugar de enseñarle las vocales sin más, el niño pasa el dedo por una de las letras recortada en lija, o se la ponemos en el suelo con una cuerda para que la recorra, lo que logramos es que interiorice el movimiento que va a tener que seguir con su ojo cuando escriba. Montessori consiguió meter dentro del niño el aprendizaje que hasta entonces era externo. Es una pedagogía innovadora, interesante, aunque ya tenga sus años.

¿Qué consejo les daría a las nuevas generaciones de maestros que comienzan a dar clase?

Tienes que sentirte niño para trabajar con los niños. Siempre le digo a mis alumnos: “Cuando entres en el aula, no empieces a dar clase inmediatamente. Mira a los niños a los ojos, y ellos te van a ir diciendo poco a poco lo que necesitan. Después ya abordarás lo que llevas preparado”.

Pablo Núñez

UNED Asturias. Gijón