Los conservadores tienden a buscar orden
y estructura en sus vidas y son más coherentes a la hora
de tomar decisiones. Los liberales, por el contrario, muestran
una mayor tolerancia hacia la ambigüedad y la complejidad,
y se adaptan más fácilmente a circunstancias inesperadas,
indicó el estudio.
La afinidad entre visiones políticas y "estilos
cognitivos" también es hereditaria, agregó la
investigación.
Intrigado por estas correlaciones, el politólogo de la Universidad
de Nueva York David Amodio y varios colegas decidieron
determinar si los cerebros de liberales y conservadores
reaccionaban de forma diferente a los mismos estímulos. A
un grupo de 43 personas se le solicitó realizar una serie
de pruebas informáticas diseñadas para evaluar su
respuesta ante pautas ideadas para romper una rutina bien
establecida.
"La gente suele regresar a casa desde el trabajo por
el mismo camino, un día tras otro, hasta que eso se
vuelve un hábito y no requiere pensar mucho", explicó
Amodio. "Pero ocasionalmente la calle está en obras,
o quizás un animal la está cruzando, y uno tiene que
romper una respuesta habitual para hacerse cargo de la
nueva información".
Usando electroencefalogramas, que miden impulsos
neuronales, los investigadores examinaron la actividad en
una parte del cerebro -la corteza cingulada anterior- que
está fuertemente vinculada al proceso de autorregulación
del control del conflicto.
Quienes se habían autodenominado liberales mostraron
"significativamente mayor actividad neuronal
relacionada con el manejo del conflicto" cuando la
hipotética situación instaba a un cambio de rutina. Los
conservadores, sin embargo, eran menos flexibles, y se
negaban a cambiar viejos hábitos "a pesar de señales
de que éstos (...) debían cambiarse".
Si esto es bueno o malo depende obviamente de la
perspectiva de cada uno: uno puede interpretar los
resultados diciendo que los liberales tienen una mente
abierta y que los conservadores son rígidos y tercos. O
uno puede concluir igualmente que los liberales no tienen
personalidad ni defienden sus ideas, mientras que los
conservadores son leales e inquebrantables.
¿Qué está primero: el modelo de actividad neuronal que
cada uno tiene o la orientación política? Amodio es
renuente a dar una respuesta definitiva. "Los
mecanismos neuronales para el control de los conflictos se
forman tempranamente en la infancia", y probablemente
se originan en parte de la herencia genética de los
individuos, dijo. "Pero aunque proporcionan un modelo
para orientaciones más liberales o más conservadoras,
los genes están determinados sustancialmente por el
ambiente que rodea al individuo a lo largo de su
desarrollo", advirtió.
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